viernes, 9 de enero de 2009

¿Tiene sentido montar proyectores en las aulas que no funcionan?

Jueves tarde. Me dirijo a impartir una clase especial en mi asignatura de Matemátias I en ITIs Mecánicos (intensificación en diseño industrial, campus de Tudela). Había preparado una sesión especial, donde trataba muy brevemente las fórmulas de cuadratura para el cálculo de integrales definidas.

Me gusta esta clase. Hay una sesión similar sobre resolución de ecuaciones no lineales mediante métodos de tipo Bisección o Newton. Es la única oportunida que tengo de tratar algo de Cálculo Científico en una carrera donde las Matemáticas que hay siguen siendo de tipo analítico (necesarias, sin duda, pues ¿qué es un ingeniero sin conocimientos fuertes en Física? ¿Y cómo se escribe la Física más que con Matemáticas?).

Había preparado mis transparencias y una GUI en Matlab para que vieran cómo funcionaban las diferentes fórmulas (Punto medio, Trapecio, Simpson y las Gausianas).

Como ya me olía el percal acudí pronto, en el horario de descanso para preparar el equipo. Hubo un tiempo que conectar un proyector a un ordenador era algo complicado. Vamos, que un conectaba el proyecto y tocaba botones, apagaba el ordenador, volvía arrancar, etc... Recuerdo que cuando ibas a los congresos te llevabas una copia impresa por si acaso. Estos tiempos quedaron atrás. O eso creía yo.

Sude sangre, encendí y apagué el ordenador, arranqué en Windows, baje resolución ¡hasta unos paupérrimos 800x600! , toquiteé profundidad de los colores. Arranqué en Linux, más de lo mismo. En ocasiones, como una cruel broma, surgía algo en la pantalla pero se desvanecía rápido, y de tanto en tanto, podía leer un mensaje de "frecuencia no soportada".

Digo yo, si el portátil es el estándar en la Universidad, ¿es descabellado pensar que el proyector puede funcionar con un modelo de portátil que tenemos muchos de nosotros?.

El resultado es que otros compañeros están utilizando un segundo proyector en un carrito. A fuerza de ser sinceros los proyectores han dado más historias en este nuevo campus.

Coda 1: Como cruel broma del destino conseguí hacer funcionar el proyector unos minutos hasta que el portátil apagó la pantalla (modo batería máxima).

Coda 2: Mis alumnos se comportaron bastante mejor de lo esperable en una situación como esta. Ciertamente, mejor que como lo hubiera hecho yo en mis años mozos.

Coda 3: Me gustan las codas, casi tanto como a Arcadi Espada

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